lunes, 6 de diciembre de 2010

El Gallo y la huelga


El estereotipo de que los franceses hacen huelga por cualquier pretexto es algo que descubrí apenas hace poco más de un año, cuando empecé mi relación con Marjorie. Antes tenía la noción de una Francia "revolucionaria" y "cuna de la democracia" pero no la relacionaba directamente con idearios de izquierda o específicamente con el derecho de huelga, que tanto protegen y usan.


 La primera acción huelguista que me tocó llegó tres semanas tras mi arribo. Fue un paro general que no vi, que no experimenté pues ese día en particular lo pasé en zonas a las que no llegó la manifestación y usé servicios que siguieron su actividad normal. Eso fue cerca de un mes antes de las movilizaciones contra la Reforma a la Ley de Retiro.

Ahora bien, en México mis amigos me tildan de rojillo, de izquierdoso, de hijo de Marx. Aquí, aunque no me lo han dicho, sé que me encontrarían en el extremo opuesto de la brújula política pues me opuse a los bloqueos en la universidad, y la expulsión de los roms no me escandalizó como al resto de la población.

Pero las expresiones de mi derechismo de clóset las dejo para otra ocasión. Regreso al tema que me ocupa.
Si tuviera que dar una opinión breve y contundente sobre el asunto, la expresaría en los siguientes términos: el francés sabe efectivamente alzar su voz, expresarse y tomar las calles (el espacio público). Sin embargo (y esto lo digo viendo únicamente estas últimas manifestaciones), no sabe cuándo hacerlo. Es decir, sí sabe ejercer sus derechos pero lo hace tarde.



¿A qué me refiero? La grève del mes de septiembre y octubre (y que no ha acabado por completo) llegó a Francia dos o tres meses tarde. La ley se votó en la cámara de diputados durante verano (efectiva estrategia del gobierno) y mientras los galos veraneaban en la Costa Azul o fuera de sus fronteras, sus representantes populares daban el sí al proyecto de Nicolas Sarkosy y su primer ministro François Fillon. El momento para detener toda actividad, para cerrar refinerías y aeropuertos y estaciones de tren era ese precisamente. Ah, pero eso hubiera complicado sus vacaciones...

Una vez que la ley estaba aprobada en la cámara baja, ésta pasó a la cámara de Senadores que le dieron la aprobación final. Ese primer paso sucedió en la primera quincena de septiembre. Y apenas en octubre, ya que la ley iba en camino de los senadores, los franceses empezaron a tomar las calles. Un poco tarde, ¿no les parece?

Mi conocimiento de la democracia francesa ciertamente es limitado, pero me parece que el francés se ha encerrado en la idea de que la única forma de alterar los proyectos gubernamentales es haciendo la grève. El negociar, el cabildear me parece que no existe en su vocabulario, o al menos los medios (y las propias manifestaciones) no me hicieron cambiar mi opinión al respecto.

Más allá de no ejercer otras estrategias políitcas, los paros nacionales han logrado agotar la paciencia de distintos sectores. En París, por ejemplo, surgió un grupo anti-huelga que pedía a sus agremiados juntar todos los gastos extras que hicieran debido a las perturbaciones en el servicio de tren o cualquier otro.En el caso de la SNCF (Sociedad Nacional de Caminos de Fierro = trenes), la queja es muy precisa: si lo que quieren es presionar a su jefe (el gobierno) y provocar su enojo, ¿por qué no regalan los boletos a los usuarios en lugar de tomarse una vacaciones con goce de sueldo?

Acá en Toulouse yo he sido testigo del descontento de estudiantes que, si bien se oponen a la reforma, están en desacuerdo con los bloqueos a la Universidad Le Mirail, la cual tiene una historia difícil con este tipo de acciones. La pregunta que muchos opositores hacen es: ¿por qué no hacer la huelga y seguir estudiando? ¿Es algo tan difícil?

Además, ¿cuál es el verdadero impacto de un bloqueo a una universidad que en los últimos 15 años recurre al bloqueo del campus practicamente cada año para presionar a autoridades universitarias o al gobierno? El gesto simbólico, creo, pierde todo valor cuando se repite tantas veces.



Y no solamente la huelga y bloqueos en la universidad causan molestia a la gente. Instituciones como la mediateca de Toulouse ha caído en el abuso. Durante el periodo de mayor agitación, entre octubre y noviembre, 3 domingos concecutivos cerraron sus puertas "debido a la movilización nacional de huelga", sabiendo que su día de descanso regular es el lunes. Un fin de semana largo es lo que a mí me parece.

Ayer, una vez más la Mediateca José Cabanis estuvo cerrada "debido a la movilización nacional de huelga". ¿Cuál huelga? Efectivamente el movimiento no se ha apagado del todo, pero a los ojos de muchos de nosotros, usuarios asiduos de este lugar, nos parece ser un pretexto simplemente. Sobre todo en este lugar, que pretende ser un espacio para la educación, la cultura y la expansión de la mente, el hecho de cerrar y no permitir el intercambio de ideas resulta contraproducente. ¿Dónde van a informarse y a instruirse las futuras generaciones de ciudadanos, cuando el sistema educativo nacional también está bombardeado de quejas y las instalaciones de las preparatorias y unviersidades están bloqueadas?

Ya para terminar (pues este post se alarga demasiado), encuentro que el francés a abusado de la huelga como método de presión, olvidando que pueden existir otros caminos. Asimismo, sí, sabe tomar las calles y apropiarse del espacio público pero no sabe cuándo hacerlo. Y finalmente, si bien la reforma al sistema de jubilaciones le parece injusta al ciudadano galo, ésta era necesaria de una u otra manera y, aunque lo sinconformes lo sepan y lo sepan a cierto nivel inconsciente, todo el alboroto es producto de una molestía ya tardía en contra del jefe del Ejecutivo, el polémico Nicolas Sarkosy.

1 comentario:

  1. ahora si mi Gallo se le paso la mano. asi me gusta que se exprese para que me sienta orgullosa de Ud. m.m.

    ResponderEliminar