En México me quejo de que cualquier pretexto es bueno para suspender clases y de que los mal llamados semestres cada vez tienden más a convertirse en bimestres o trimestres.
La situación en Francia no es muy distinta en mi experiencia. En mi estancia en el departamento de Francés Lengua Extranjera del Mirail me ha tocado, además de los días perdidos por la huelga y el bloqueo al campus, una repartición de vacaciones muy extraña.
El inicio de cursos universitarios fue el 1º de octubre y para el 23 ya teníamos nuestra primera semana libre por Toussaint o Todos Santos; este es el primer año que dan una semana pues antes sólo se suspendían actividades el 1º de noviembre, día en que los franceses acuden a los cementerios a depositar flores a sus muertos.
Luego vino el 11 de noviembre, fecha en que se celebra la firma del armisticio de la Primera Guerra. La verdad, si no fuera por los días perdidos a causa de los bloqueos no estaría tan enojado cada vez que la coordinadora del departamento nos recuerda las fechas de vacaciones del siguiente semestre, las cuales incluyen una semana por Pascua y otra más antes de los exámenes que es por el receso de primavera, en mayo.
No puedo negar que esa semana de vacaciones
la aprovechamos para viajar a la Côte d'azur.
Es curioso ver como todos los alumnos del departamento nos enojamos con las suspensiones de clases, sin importar la causa. Claro, cuando pagaste por aprender una lengua para poder integrarte a la cultura del país y/o encontrar trabajo, la imposibilidad de aprender más y mejor es causa de indignación.
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