Los post se siguen acumulando en mi cabeza (y en una que otra libreta que sirve de borrador). Éste, sin embargo, no será abortado.
Hoy fue un día singular. Primero un accidente automovilístico menor. Luego la visita a la tienda sueca Ikea. Y por último y alrededor de todo, la convivencia con tres compañeras de curso asiáticas.
Vayamos por orden.
El accidente fue sobre una salida del periférico. Shinnie, mi compañera taiwanesa, iba al volante. Nos detuvimos pues había dos camionetas paradas; de la primera salieron dos franceses un tanto ebrios con intenciones de golpear al conductor de la segunda, la cual empezó a retroceder para "escapar" sin fijarse que nosotros estábamos a 5 metros de él. Nunca nos vio sino que nos sintió hasta que el golpe le avisó.
El coche de Shinnie no sufrió daños graves pero la tensión de un accidente en tierra extraña aumentó los sentimientos, sobre todo de Estelle -la sudcoreana- y de Risa -la japonesa-. De no ser por Marjorie (aka Mi Chutita) -la francesa ja- que salió a resolver el asunto, no sé qué habría pasado. Sin perder la calma y haciendo lo que hay que hacer en estos casos -tomar placas, llamar por teléfono, etc.- salió del vehículo y empezó a arreglar el asunto con el hombre que, al igual que nosotros, había sido víctima de la actitud violenta de los otros dos tipo de adelante. En fin... No pasó a mayores gracias a la intervención oportunda de Marjorie.
De ahí seguimos nuestro camino a Ikea, tienda que conocía por series estadounidenses pero que es muy popular también -o sobre todo- en Europa. Para mi Chutita, este lugar, además de un concepto interesante y acogedor, es un espacio que le recuerda a Europa por alguna razón.
Y creo que sí. La tienda tiene un ambiente especial. No sólo es un lugar cuyo objetivo es que la gente compre -y vaya que lo logra- sino que a través de distintos detalles deja ver su "espíritu europeo", como en las fichas de ciertos electrodomésticos que indican su ahorro de energía, en su sección de contenedores para desechos reciclables, en su atención al detalle en las reconstrucciones de cuartos y espacios de una vivienda -el meter platos y cubiertos que también venden dentro del lavavajillas o ropa y zapatos dentro de los armarios-.
Y para rematar (tanto la experiencia como el negocio), el comedor donde uno puede probar algunos platillos "suecos". Nada elaborado y sabra Dios (y Örst) si las albóndigas con salsa sueca y mermelada de moras son en verdad suecas, y si la carne de reno se consume regularmente en Estocolmo, pero al menos intentan.
Luego de comer y recorrer los pasillos de Ikea vino lo que hizo aún más diferente este día. Creo que Marjorie lo resume perfectamente en su estado del Librocara: "Estar explicando la pronunciacion francesa a una japonesa, una coreana, una taiwanesa y un mexicano en inglés en una tienda sueca en Francia... ¡eso tampoco tiene precio!"
No sólo las discusiones lingüisticas sino el conocer un poco de sus culturas es algo que aprecio mucho, ya sea que lo pueda experimentar aquí en Toulouse o en Puebla o en Río o en Taipei, o donde sea. Aunque hay que reconocer que Toulouse tiene un potencial excepcional para este tipo de experiencias.
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sr. gallo: no sabe que gusto me dio que ya de nuevo este al dia en sus comentarios. Disfruto mucho su enfoque de las cosas y me divierten mucho sus comentarios. Claro los serios no. m.m.
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