viernes, 14 de enero de 2011

Clandestino


Por espacio de un par de meses fui un inmigrante ilegal sin saberlo. ¿Cómo es que pasó? Fue una conspiración entre el cartero y su ineptitud, así de sencillo.

El “compló”
Desde México obtuve mi visa de estudiante. Junto con ella me dieron una forma que debía llenar y enviar a la oficina de inmigración a mi llegada al país. Así lo hice, en tiempo y forma. Recibí el aviso del correo de que mi carta había llegado a la OFII (Oficina francesa de la inmigración y la integración) y esperé a que en un tiempo de dos semanas, aproximadamente, me llegara la convocatoria para el siguiente paso. Eso fue en octubre.

Los días pasaron y el cartero me traía facturas, estados de cuenta del banco y otras sandeces, pero nada de cita para continuar con mi proceso de estancia legal en el país. En ocasiones, creo que Ana, mi amiga argentina, estaba más preocupada de esa situación que yo, dado que ella está en su segundo año de trámites burocráticos y sabe lo molestos que pueden ser.

En noviembre decidí ir a la Prefectura, órgano que no tiene equivalente en México pero cuya posición sería similar a la de un gobierno estatal mexicano. Aunque no mandé mi forma a este lugar, todos los extranjeros hablan de su “cita en la Prefectura” para arreglar su situación en Francia. Ahí me dijeron que fuera a la OFII pero que de cualquier forma no era tan extraño que no tuviera noticias de ella, ya que Toulouse recibe miles de estudiantes extranjeros al mismo tiempo que yo llegué.

Lo dejé pasar.

El 24 de diciembre, finalmente el cartero decidió darme un bonito regalo. Un sobre, dirigido a Marjorie, contenía el sobre original que la Oficina de inmigración me mandó desde octubre y que el cartero –según constaba en tinta roja- no había entregado porque “no se pudo encontrar al destinatario”…

¡Mi cita había sido el 20 de octubre y de no presentarme a ella “estaría oficialmente en condición irregular”!

Ni tarda ni perezosa, Marjorie tomó el teléfono ese mismo 24 y explicó el complot del cartero, consiguiendo así otra cita para el 6 de enero.

Maletas y más maletas. 
Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
20 de agosto de 2010.

Mis “reyes”.
El regalo de los Santos Reyes Magos de este año fue un titre de séjour, es decir un “título de estancia” que no es más que una estampita y un sello que me costaron otros 55 euros. Antes de obtenerlo tuve que recorrer una serie de pasos que significaron hora y media de mi valioso tiempo.

El primer paso fue pasar con la técnica de rayos X: revisión de mi expediente médico, tomar mi peso y estatura. Primera espera… Luego la placa (y el frío del aparato en mi pecho)… Otra espera… “Ahora viene la enfermera, espere ahí…”. Llega la enfermera y repite las mismas preguntas que la mujer de las radiografías… “Ok, ahora espere a que lo llame el doctor”… El galeno, quien debe tener la misma carga de trabajo que un doctor de clínica del IMSS, ve mi placa, determina que no tengo tuberculosis y que, por tanto, soy “apto para vivir en Francia”… 4 meses después de estar, de hecho, viviendo en Francia.

Incluso en una situación normal –una donde el cartero no conspire contra el inmigrante- el posible portador de tuberculosis ya ha tenido dos o más semanas para diseminar su enfermedad por el hexágono*. Otro motivo para esta visita médica es determinar si te dan la condición de “estudiante” o aquella para la que hayas aplicado o si, dado tu estado de salud, te catalogan como “refugiado médico”, caso en el cual la República francesa se encarga de proveerte toda la atención necesaria para curar la enfermedad grave que se te haya detectado.

De regreso a mi Día de Reyes, luego de una técnica de rayos X, una enfermera, un doctor, tres salas de espera, y todavía una la última espera de 25 minutos, la burócrata final pega la estampita sobre mi pasaporte, pone un sellito y devuelve mi documento.

-Bienvenido a Francia, Monsieur Perrrez…
Bienvenido a Francia… 4 meses después de mi llegada…

*Forma en la que se le llama a la Francia metropolitana, es decir al territorio ubicado en el continente europeo, dada la forma de “hexágono” que tiene. Todo lo que no está en Europa, es un DOM (Departamento de Ultra Mar) o un TOM (Territorio de Ultra Mar). En alguna de estas dos categorías se encuentran Martinica, Guyana o Reunión, entre otros.

1 comentario:

  1. querido gallo:
    que bueno que ya este en buenos terminos con el gobierno frances.
    saludos de m.m.

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