lunes, 2 de abril de 2012

El Gallo y las "femmes de ménage"

Una "femme de ménage" no es otra cosa que "señora de la limpieza" en nuestro mexicano. 


Cosas curiosas para nuestra idiosincracia, aunque el poder adquisitivo de la clase media francesa les permitiría el lujo de recibir ayuda para mantener el hogar en orden, el tener a una persona que ayude en estas labores es visto como algo sumamente snob, burgués y cualquier otro adjetivo similar.

"Al diablo el quehacer y viva el tiempo libre"
Un hogar de clase media, si acaso, recibirá a una femme de ménage una vez por semana y eso ya es bastante extraño. Si la familia de la que hablamos posee un château con viñedos o cabezas de ganado, entonces la servidumbre será algo natural y necesario.


Hay que ver, también, que la semana de 35 horas permite que tanto hombres como mujeres tengan el suficiente tiempo para dedicar unas horas al necesario cuidado de su entorno familiar, incluida la limpieza de la casa. 

Además, por muy poco tiempo libre que tengan, por mucho dinero que ganen, el tener a una persona a su servicio de esta forma es visto como algo cercano a la esclavitud, una relación que denigra al otro por mucho que exista un contrato, seguro de desempleo y de salud, etc -todo esto, claro, si la contratación es a través de una agencia; si se hace "au black" (ilegalmente) no hay nada.

Todo esto contrasta con la mentalidad mexicana que ven en la posesión de una "muchacha" un sinónimo de estatus

Por ejemplo, mis vecinos, cuyos ingresos provienen en parte de un puesto de antojitos, tienen dos femmes de ménage: una de planta y otra que viene ocasionalmente. Su casa, sobra decir, no es una residencia en Las Lomas (ni Angelópolis ni de Chapultepec).

Y cuando el Gallo sale de Francia, la cosa no cambio mucho. Anne Stéphanie, mujer parisina con estudios de maestría, reside en Puebla. Por diversas circunstancias ha aceptado contar con una "muchacha" que la ayuda en el hogar a pesar de que sus únicos compromisos diarios son dos horas de clases de español.

La situación la pone tan incómoda, que siempre encuentra un pretexto para ayudar y aminorar la carga de trabajo de su empleada. Mientras ésta aspira en el piso de arriba, Anne Stéphanie lava los trastes.

-Señora, tenemos un problema - le dijo un día la susodicha mucama.
-Ah, sí... - contestó preocupada la Señora de la Casa temiendo haber dicho o hecho algo culturalmente inaceptable.

Y sí, lo culturalmente inaceptable es que "si sigue ayudándome, no voy a tener trabajo que hacer aquí, y así yo no puedo...".


En otras ocasiones, el motivo de problemas fue que, tras fiestas de fin de semana, la Señora le pagó algunos pesos extras por tener que limpiar soberano desorden. "No necesita pagarme más. Este es mi trabajo".

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