miércoles, 5 de octubre de 2011

Jean-Claude Carrière y México



El enamorado de México

Cuando conocimos a Jean-Claude Carrière en el estudio de TV en Toulouse, supimos que, hace no mucho tiempo, había escrito un Diccionario amoroso de México (Dictionnaire amoureux du Mexique; Edit. Plon, 2009).

Sin darse cuenta, en abril, Marjorie había regalado ese mismo libro a sus padres para que empezaran a conocer el país del que ella se enamoró perdidamente hace más de 10 años.

Ahora, en casa de mis suegros, leo algunos fragmentos de este texto y, aunque ella y yo no estamos de acuerdo con muchos de los detalles que proporciona en ciertas entradas, la introducción me parece pertinente para compartir hoy. (Algunos de esos detalles son, por ejemplo, su mención de Puebla como la tercera ciudad del país, sólo después del DF y Guadalajara. ¿Y Monterrey? Y otra, al hablar sobre cine mexicano menciona entre los nuevos talentos a Fernando Kalife quien ha dirigido 7 días en 2005 y 180° en 2010, nada más...).



Sin embargo, como decía, la introducción me gustó pues muestra su primer acercamiento a nuestro país y los descubrimientos que fue haciendo. Acá algunos fragmentos:

Llegaba a México por primera vez en  1964. Tenía poco más de 32 años y venía para trabajar un guión de una película del director Louis Malle, quien me esperaba en el aeropuerto. Él había llegado una o dos semanas antes y tampoco conocía el país.


Juntos, desde los primeros días, visitamos Teotihuacan y el Museo de Antropología del DF, inaugurado poco tiempo antes y donde se encuentran representadas la mayor parte de las culturas precolombinas.


Yo había hecho estudios universitarios, con una especialidad en historia. Louis Malle, por su parte, no era ningún ignorante. Sin embargo nos dimos cuenta, desde los primeros días, desde las primeras experiencias, que penetrábamos una cultura desconocida. Este terreno humano (....) no era el nuestro. (...) A lo largo de nuestros estudios, nuestros libros y nuestros profesores nos habían escondido algo - o probablemente, por falta de curiosidad, nosotros mismos lo habíamos ocultado. Representantes de lo que podríamos llamar una Europa instruida, si no es que incluso "sabia", no teníamos la menor idea sobre este mundo que teníamos enfrente.


(...)


En Francia jamás hubo nadie que nos hubiera incitado o forzado a aprender (sobre México y sus culturas prehispánicas). Todo eso no era parte de nuestros planes de estudio. No era parte de nuestros archivos, de nuestros libros, de nuestro pasado, de lo que normalmente llamamos "el campo de conocimientos". Para los estudiantes europeos, antes del "descubrimiento" de Cristóbal Colón América no existía. Al parecer no valía la pena conocer a todos esos pueblos que vivían ahí miles de años antes de este acontecimiento. Su historia, por tanto, comenzaba con la llegada de nuestra mirada. (...) De los mayas y de los aztecas apenas conocíamos su nombre e incluso teníamos problemas para no confundirlos.


Y en cuanto a los totonacos, los toltecas, los chichimecas, los olmecas, ni siquiera el nombre. Nada. (Págs. 7-8).

(...)

En los años posteriores regresé varias veces a México cada año, regularmente para trabajar con Luis Buñuel (...). Pero no es a Buñuel a quien le debo esta pasión (...). Buñuel seguía siendo demasiado español para introducirme a este nuevo mundo que me parecía mítico, pesado, opaco, cargado de secretos (...)


Me las arreglé solo, con Louis Malle y mis amigos, en un principio, y luego con la ayuda de otros, mexicanos sobre todo. (...). Y principalmente observé mucho, escuché mucho, respiré mucho. (Pág. 9).

Este país, este pueblo hecho de muchos pueblos, esta nación cuya identidad no se parece a ninguna otra y la cual muestra. El México de hoy se ve y se reconoce. Incluso si el esterotipo con el que se le relaciona comunmente es el de un pueblo mestizo como lo sería Perú o Colombia, colonizados también por España, ninguno de estos se parece a México. (Pág. 11).

Jon Garza, 2007.

2 comentarios:

  1. Me encantó la entrada Alonso, muy romántica, ya me dieron ganas de leer el libro, siempre me da mucha curiosidad saber cómo ven los ojos extranjero a México cuando lo saborean y lo experimentan.

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  2. Tengo por ahí otros fragmentos para compartir sobre la "identidad" mexicana, igual de romántica.

    Fíjate que si lo hubiera leído hace más de un año, me hubiera parecido muy folklorista, muy "a la europea" pero una vez fuera de México te das cuenta de que, efectivamente hay cosas que los extranjeros ven que son desproporcionadas, pero finalmente entiendes mejor su visión, que no es la "real" pero tampoco es inexacta -no sé si me explique bien jeje.

    Lo que sí, es que tiene un par de datos que me parecen dudosos y con eso de la exactitud de la información soy muy quisquilloso; deformación profesional.

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