No hubo Marseillaise. No hubo bandera pintada con fuegos artificiales en el cielo. En su lugar, la música de Hollywood y Walt Disney acompañaron un espectáculo al que, para mi gusto, le faltó corazón (galo).
La antesala fue alegre y llena de variedad. Desde las 6 de la tarde, el pasaje Jean Juarès se empezó a llenar de gente, de la comida y bebida de los propios restaurantes que sacaban sus barras a la banqueta, y también de tres grupos musicales poco convencionales. O al menos, su forma de presentarse este día era poco convencional.
Primero estos primos franceses de AC/DC que interpretaba canciones de rock clásico como "Born to be wild", siempre con el vocalista portando un altavoz en lugar de micrófono:
En segundo lugar, en dirección a la Mediateca, donde se encontraba el escenario principal, estaba Le Comptoir des Fous, con su jazz alegre y un poco más galo -sé que el jazz no es francés, pero siempre me ha parecido un género que va muy bien con este país...
Y ya a unos pasos del escenario principal, esta extraña pero agradable experimentación sonora:
A eso de las 8 y media, como estaba anunciado, el concierto inició con una Orquesta de ciudadanos, que incluía niños y cantantes no profesionales que declamaron un poco sobre los valores de Francia -la típica "igualdad, libertad y fraternidad"- en voz de pequeños de distintas razas, desde el franco-francés bien rubio, hasta el ni{ño francés de origen africano.
Luego, un preámbulo rap interesante, para finalmente llegar a Cali, artista que disfruté bastante y que ofreció un espectáculo lleno de energía y que en varios momentos puso a cantar y aplaudir a una asistencia que me pareció fría, sobre todo considerando que era el día de su Fiesta Nacional.
Hasta aquí, todo bien. La decepción vino con los fuegos artificiales, los cuales fueron disparados desde la Mediateca José Cabanis, y cuyo arco sirvió para colocar algunos artefactos pirotécnicos que daban vueltas y formaban distintas figuras.
Lo primero que los oídos de todos escuchamos como musicalización del espectáculo fue el tema principal de Los piratas del Caribe. A manera de broma, yo justificaba la selección: "Claro, el protagonista es Johnny Deep, el cual está casado con una francesa. ¡Es obvio!"
La siguiente, otro tema de película gringa, que no pudimos identificar pero que, nuevamente, no tenía nada de francés. De pronto, Yann Tiersen y una de sus composiciones para Amèlie pusieron el tono galo al asunto, pero sólo por unos minutos, pues vendría después Misirlou, incluída en Pulp Fiction, y luego uno de los tantas composiciones de Danny Elfman para alguna película de Burton -que otra vez no pude reconocer bien.
"Ah, claro. Mira: en Pulp Fiction Travolta le cuenta en una escena al personaje de Samuel L. Jackson que los franceses ahogan sus papas en mayonesa... Ahí está la relación, ¿que no la ves?", bromeaba de nuevo ya en franco estado de decepción.
Lo único que podía salvar la noche era un gran final con luces azules, blancas y rojas pintando el cielo de este 14 de julio. Nunca llegaron... Como tampoco llegó la silueta del castillo de Disneyland elevándose al fondo de la Mediateca, pero juro que faltaron segundos para que eso sucediera...
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