domingo, 16 de octubre de 2011

No hay país perfecto y no hay cultura ideal. Si queremos y buscamos, los defectos y las virtudes de cualquier nación aparecerán por montones, según sea nuestro estado de ánimo, nuestra cantidad de información y, obviamente, nuestra experiencia con ese lugar, esa comunidad o esa realidad. 

O como dicen en mi pueblo, cada quien habla según cómo le haya ido en la feria.

No hay país perfecto, de acuerdo, pero, ¿hay país perfectible?

Y otra, un poco más específica: ¿dónde se vive mejor, en Francia o en México o en...? Cada quien tiene su respuesta.

¿La mía? Luego se las comparto...

miércoles, 5 de octubre de 2011

Jean-Claude Carrière y México



El enamorado de México

Cuando conocimos a Jean-Claude Carrière en el estudio de TV en Toulouse, supimos que, hace no mucho tiempo, había escrito un Diccionario amoroso de México (Dictionnaire amoureux du Mexique; Edit. Plon, 2009).

Sin darse cuenta, en abril, Marjorie había regalado ese mismo libro a sus padres para que empezaran a conocer el país del que ella se enamoró perdidamente hace más de 10 años.

Ahora, en casa de mis suegros, leo algunos fragmentos de este texto y, aunque ella y yo no estamos de acuerdo con muchos de los detalles que proporciona en ciertas entradas, la introducción me parece pertinente para compartir hoy. (Algunos de esos detalles son, por ejemplo, su mención de Puebla como la tercera ciudad del país, sólo después del DF y Guadalajara. ¿Y Monterrey? Y otra, al hablar sobre cine mexicano menciona entre los nuevos talentos a Fernando Kalife quien ha dirigido 7 días en 2005 y 180° en 2010, nada más...).



Sin embargo, como decía, la introducción me gustó pues muestra su primer acercamiento a nuestro país y los descubrimientos que fue haciendo. Acá algunos fragmentos:

Llegaba a México por primera vez en  1964. Tenía poco más de 32 años y venía para trabajar un guión de una película del director Louis Malle, quien me esperaba en el aeropuerto. Él había llegado una o dos semanas antes y tampoco conocía el país.


Juntos, desde los primeros días, visitamos Teotihuacan y el Museo de Antropología del DF, inaugurado poco tiempo antes y donde se encuentran representadas la mayor parte de las culturas precolombinas.


Yo había hecho estudios universitarios, con una especialidad en historia. Louis Malle, por su parte, no era ningún ignorante. Sin embargo nos dimos cuenta, desde los primeros días, desde las primeras experiencias, que penetrábamos una cultura desconocida. Este terreno humano (....) no era el nuestro. (...) A lo largo de nuestros estudios, nuestros libros y nuestros profesores nos habían escondido algo - o probablemente, por falta de curiosidad, nosotros mismos lo habíamos ocultado. Representantes de lo que podríamos llamar una Europa instruida, si no es que incluso "sabia", no teníamos la menor idea sobre este mundo que teníamos enfrente.


(...)


En Francia jamás hubo nadie que nos hubiera incitado o forzado a aprender (sobre México y sus culturas prehispánicas). Todo eso no era parte de nuestros planes de estudio. No era parte de nuestros archivos, de nuestros libros, de nuestro pasado, de lo que normalmente llamamos "el campo de conocimientos". Para los estudiantes europeos, antes del "descubrimiento" de Cristóbal Colón América no existía. Al parecer no valía la pena conocer a todos esos pueblos que vivían ahí miles de años antes de este acontecimiento. Su historia, por tanto, comenzaba con la llegada de nuestra mirada. (...) De los mayas y de los aztecas apenas conocíamos su nombre e incluso teníamos problemas para no confundirlos.


Y en cuanto a los totonacos, los toltecas, los chichimecas, los olmecas, ni siquiera el nombre. Nada. (Págs. 7-8).

(...)

En los años posteriores regresé varias veces a México cada año, regularmente para trabajar con Luis Buñuel (...). Pero no es a Buñuel a quien le debo esta pasión (...). Buñuel seguía siendo demasiado español para introducirme a este nuevo mundo que me parecía mítico, pesado, opaco, cargado de secretos (...)


Me las arreglé solo, con Louis Malle y mis amigos, en un principio, y luego con la ayuda de otros, mexicanos sobre todo. (...). Y principalmente observé mucho, escuché mucho, respiré mucho. (Pág. 9).

Este país, este pueblo hecho de muchos pueblos, esta nación cuya identidad no se parece a ninguna otra y la cual muestra. El México de hoy se ve y se reconoce. Incluso si el esterotipo con el que se le relaciona comunmente es el de un pueblo mestizo como lo sería Perú o Colombia, colonizados también por España, ninguno de estos se parece a México. (Pág. 11).

Jon Garza, 2007.

El Gallo y el correo


Hoy visité por última vez la poste. La relación del francés y el servicio postal es algo que me sigue fascinando. En primer lugar debo decir que en mis 13 meses en el país usé más veces el correo "tradicional" que en todos mis 28 años anteriores en México.

Y no soy el único. Este mismo comparativo me lo compartieron varios amigos latinoamericanos que estaban igualmente sorprendidos por la omniprescencia del correo en sus vidas.

¿Por qué dependen tanto del correo los franceses? Según muchos porque el sello de la poste es el único válido para cualquier reclamación legal. Es decir, si quieres argumentar que iniciaste tal o cual procedimiento administrativo en la fecha correcta, la única fecha válida es la que aparece sellada en el sobre o paquete.

Así, en lugar de llevar directamente una carta al banco para pedir que te cancelen una cuenta o a cualquier otro servicio para solicitar algo similar, debes ir a la oficina de correos aunque ésta se encuentre más lejos de tu casa que su destino final.

Mientras buscaba entrevistas para el documental de "Bayard", la recepcionista de una oficina de gobierno que estaba a dos cuadras de mi casa me dijo: "Todo eso que me explicó pónganlo en una carta dirigida a Madame Fulanita, responsable a cargo". Y luego me dio una dirección la cual, al salir, me di cuenta que correspondía al lugar donde estaba. Sobra decir que la oficina más cercana de mi casa quedaba cuatro veces más lejos...
Menos cartas y más inversiones.

Otra cosa particular es que La Post, desde hace algunos años, ha ampliado sus servicios. Hoy en día es banco y también le ha entrado a la telefonía móvil.

Por lo mismo, en algunas sucursales hay más cajas encargadas de trámites bancarios que de atender cartas y paquetes, y los empleados cada vez saben menos sobre códigos postales y más sobre el tipo de cambio y administración de inversiones.
Azul - zonas cubiertas por el servicio telefónico de la Poste.
Amarillo - zonas no cubiertas...

Y a pesar de su omnipresencia - o quizá a causa de ella- la mayoría de los usuarios nos quejamos de su servicio. ¡A qué friega es tener que ir al correo en Francia! Finalmente, el trato con la burocracia en cualquier país es, generalmente, un dolor de cabeza, ¿no?

sábado, 1 de octubre de 2011

Yaron Herman y los Pianos Jacobinos

Yaron Herman no es francés, aunque vive en París. La razón para mencionar a este pianista israelita en este blog se debe a su participación en el festival Piano Jacobins que sucede en Toulouse desde hace 3 décadas.
Yaron Herman, todo un genio que transmite la música con todo el cuerpo.

Recién llegados a la Ciudad rosa cuando sucedió la edición 2010 nunca se nos ocurrió buscar boletos. En este año, queriendo aprovechar al máximo nuestros últimos días aquí, surgió la curiosidad de ir a una de las presentaciones. Fue Carlos quien el lunes pasado, 15 minutos antes de que iniciara el concierto de esa noche, nos habló para ofrecernos dos boletos que le acababan de regalar.

No sabíamos a quién escucharíamos, ni el tipo de repertorio que ofrecería este pianista anónimo. Sólo podíamos esperar lo mejor en este antiguo monasterio medieval donde en una sala -que sospecho fue una capilla alguna vez- dos pianos de cola iluminados por un juego de luces esperaban a ser usados para crear música.

La sorpresa no pudo ser más grande y agradable. El artista -cuyo nombre conociamos sólo por la información sobre los boletos- entró a la sala con unos jeans y una playera negra; nada de traje y corbata como hubiéramos esperado.

Desde los primeros segundos fue evidente que estábamos en una presentacion sin igual. No era un intérprete clásico ni tampoco contemporáneo -en el sentido de músicos como Stockhausen u otros similares. Era algo que, al menos yo, no habia experimentado de forma tan directa, tan viva.


Fue hasta la tercera o cuarta pieza que nos dimos cuenta de que probablemente todo su repertorio estaba basado en obras rock y/o pop del siglo XX, reinterpretadas con este estilo tan caracteristico, lleno de improvisación y a la vez tan preciso que estaba descubriendo.

Entre las canciones y artistas que identificamos durante los casi 60 minutos de recital, estaban No Surprises de Radiohead, fragmentos de Nirvana, Somewhere over the rainbow y un par más de melodías de películas clásicas de Hollywood. Incluso a mí me pareció identificar por unos segundos, la melodía de Super Mario Bros. -en su primera versión- que se escuchaba cada vez que el fontanero italiano se enfrentaba a Koopa.

Y así, entre expermientación musical y un recinto medieval, nos despedimos de la escena musical tolosana. Creo que no podría haber sido de mejor forma.